Tiempos del Plata
Es
una muestra donde el arte y la amistad se conjugaron para dar vida al relato de
la apropiación de las imágenes pictóricas, fotográficas y del animé japonés.
Una mirada irónica hacia los cambios de la ciudad de Buenos Aires, de los
edificios públicos y representativos de una modernidad que pretendía una
estética ordenada, diagramada, planificada y justa para una vida armoniosa
desde la trama urbana en una época donde la prosperidad económica y el aluvión
inmigratorio europeo fueron protagonistas.
En
la obra central intervenida por ambas artistas “En defensa de la justicia” se
hace presente Mazinger Z, quien representa la puja entre el bien y el mal, los
buenos y malos valores de la justicia que acecha a la Facultad de Derecho
formadora de defensores del pueblo. Esta
mixtura de imágenes da cuenta de una estética contemporánea haciendo referencia
a la transformación política institucional
y urbanística de nuestro presente en la Argentina.
El camino que elige
Marcela De Luca es el trabajo conceptual
para vincular fragmentos de imágenes pictóricas o fotográficas
prolijamente recortadas y pensadas para construir una nueva composición donde
se resignifican los relatos del siglo XIX. La alusión a la historia del arte
argentino como del archivo fotográfico de la ciudad de Buenos Aires rememora
los tiempos modernos en contraposición a los sucesos de nuestro presente. La
Plaza de Mayo con el color flúor y los carteles de publicidad, la Plaza del
Congreso con el gran caos automovilístico de nuestros días son ejemplos donde
se evidencian los cambios de época.
En la obra “Sin pan y con trabajo” la artista juega de un modo irónico con la imagen y con
el título del cuadro “Sin pan y sin trabajo” de De La Cárcova. En esta pintura
está representada la familia, y por la
ventana se puede ver la torre Prourban conocida como “el Rulero”, construcción que data de
los comienzos de la década de los ’80. Ambos fragmentos se transforman en una
gran imagen ploteada, donde todos esos recortes de imágenes pasan a estar en un
mismo plano significativo de nuestra
historia argentina y que nos remiten a las diferentes crisis por las que hemos
transcurrido.
Así cómo Juan Díaz de
Solís hizo su desembarco y expedición en el Mar
Dulce o Río de la Plata en 1516 con
un final sangriento y antropofágico en manos de los indígenas del lugar; Verónica
Vidal Maehara dibuja y pinta con detalle
los diversos personajes del manga japonés invadiendo los históricos lugares de
Buenos Aires, territorio tan preciado por el mundo. Robotech en la Plaza del Congreso disparando
sobre el bello y ordenado paisajismo de
Jules Charles Thays. Ultramán luchando en la Plaza de Mayo y Godzilla, feroz
emergiendo de las aguas de nuestro puerto
de Buenos Aires.
En su obra hay una recurrencia en la
apropiación de estos personajes que “visitan” o “invaden” los espacios más
significativos de su imaginario y personal Buenos Aires. También se hace presente la idea de la lucha entre el
bien y el mal, las fuerzas malignas que impiden que nuestras instituciones
representen el lado de la justicia. El gran estuario del Plata símbolo de
grandes riquezas, de magnificencia, de entrada y salida al viejo mundo, aquí
está representado por el uso del plateado iluminador de las escenas que propone la artista y su intrínseca connotación hacia esa historia
Platense que tanto nos identifica ¿cómo argentinos? Sí, es una pregunta, y me
atrevo a asegurar que es de difícil respuesta.
Alejandra Sculli
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